Hija de reyes, reina y madre de reina, protagonizo uno de los episodios clave de la historia de Europa. Su reputación ha estado siempre ligada a la ruptura con Roma de Henry VIII y la creación de la Iglesia Anglicana. Además, este interés se debe a que la reina de origen español estuvo implicada en la formación del estado moderno inglés y en el surgimiento del absolutismo Tudor.
Uno de sus enemigos, el arzobispo de Canterbury Thomas Cranmer, dijo de ella que, de haber sido un hombre, hubiese sido el mayor de los héroes nacidos en la historia. Catalina de Aragón por su educación, cultura y su labor en pro de la formación de las mujeres fue una autentica representante del Renacimiento. Mecenas de artistas y humanistas, conocedora y practicante de varias lenguas europeas.
La quinta hija de los Reyes Católicos, nació en Alcalá de Henares, el 16 de diciembre de 1485. Se le puso de nombre Catalina en honor a una de sus bisabuelas maternas, la princesa Catalina de Lancaster, quien abandono sus tierras inglesas para reinar en Castilla.
Quizás como tributo a sus padres por la toma de la ciudad, su lucha contra el infiel. Sin embargo, es posible que lo eligiera por el lugar que siempre consideró su hogar: Granada. No obstante, la granada está vinculada al símbolo de la Proserpina, la reina del inframundo cuyo retorno a la tierra propicia cada primavera la vuelta a la vida tras la muerte que causa el invierno
Catalina dejo su querida Granada para casarse con Arturo príncipe de Gales, heredero de la corona de Inglaterra y de la familia Tudor. El 2 de octubre de 1501, a la edad de 16 años, -Arturo era una año más joven- Catalina llegó a la bahía de Plymouth en Inglaterra.
Fue un acontecimiento suntuoso, incluida una procesión pública de la novia ante el pueblo de Londres antes de llegar a la catedral. La infanta iba montada sobre una mula “al estilo español” y acompañada por el Duque de York, Henry. Catalina iba vestida con un vestido blanco que se ensanchaba en la cadera gracias a un gran aro. Más tarde Catalina pondría de moda entre las damas y doncellas este aro en la corte inglesa. Asimismo, la novia portaba un detalle castellano, una mantilla bordada en hilos de seda blanco y dorado hasta la cintura, en la que se habían engarzado diversas perlas y piedras preciosas. Fue una de las mayores bodas reales de aquellos tiempos; Se engalanaron las calles con flores, banderas y pendones. Trapecistas, trovadores y juglares cantaban las buenas nuevas que traía la princesa. El mismo obispo de la villa de Londres la recibió a las puertas de la catedral, acto protocolario reservado únicamente al rey de Inglaterra.
A los 4 meses de la boda murió su esposo por una enfermedad aún hoy indeterminada. Catalina no regreso a España. Sufrió grandes penurias económicas. Fue desatendida y tuvo que empeñar la mayoría de sus posesiones. Sus sirvientes no pudieron ser pagados y muchas veces su alimentación se basaba en productos en mal estado. Todo cambio cuando en 1509 falleció Enrique VII, y su hijo Enrique VIII asumió el reinado.

Enrique VIII (1540) por Hans Holbein el Joven (Wikicommons)
Enrique y Catalina se casaron en una ceremonia privada, el 11 de junio de 1509 en la iglesia de los franciscanos en Greenwich, a 11 kilómetros de Londres. La boda con Henry VIII fue mucho más sencilla, totalmente opuesta a la que tuvo lugar en 1501. Si el nuevo monarca inglés se caracterizaría por algo, sería por su privacidad a la hora de contraer matrimonio. Cuando se casaron Catalina tenía 23 años mientras que a Enrique VIII solo le faltaban unos días para cumplir los 18.
Residían a lo largo del año en diferentes palacios. Aquí vemos la entrada a uno de ellos, uno de sus favoritos, el palacio de Hampton Court.

A 20 kilómetros de Londres, y a orillas del rio Támesis, Hampton Court es el más grande de todos los palacios reales. Abierto al público, podemos visitar los apartamentos de estado, las cocinas Tudor, la capilla, y pasear por los maravillosos jardines que se extienden por más de 24 hectáreas.
Catalina y Enrique VIII, estaban perfectamente compenetrados. Actuó como reina consorte y confidente de Henry VIII, y muchas veces era sabido que hablaba por él como portavoz. La vida doméstica fue ideal durante los primeros años del reinado. Ambos monarcas gozaban de la compañía del otro, escenificaban el amor cortés en justas, discutían sobre teología, política o literatura. La unión fue feliz, pero no fructífera. Tras varios abortos naturales y muertes prematuras, Enrique vio claro que no podría tener un heredero varón mientras siguiera casado con Catalina. El matrimonio solo había engendrado una hija, María, y la idea de que una mujer reinara, algo inédito en Inglaterra, era inconcebible. Poco a poco, se acentuó la aversión de Enrique por Catalina, al tiempo que aumentaba su amor por Ana Bolena. Enrique VIII se decidió a buscar, por todos los medios, la anulación de su matrimonio con Catalina para poder casarse de nuevo y tener un hijo. Empezó autoconvenciéndose de que su primer matrimonio era contrario a la Biblia. Según el Levítico si uno toma por esposa a la mujer de su hermano, es cosa impura, pues descubre la desnudez de su hermano; quedando sin hijos. Enrique VIII afirmaba que el matrimonio con la mujer de su hermano no era legal y que no había dispensa papal que pudiera aceptarlo.
Sin esperar a la respuesta del Papa, que tardaba en llegar, se casó en secreto con Ana Bolena el 25 de enero de 1533. La respuesta del Papa Clemente VII llegó finalmente el 24 de marzo de 1534: Reconocía la validez del matrimonio de Enrique VIII y Catalina de Aragón, considerándolos como esposos ante Dios y ante los hombres, pero para Enrique VIII esas palabras carecían de contenido. El Papa había decidido a favor de la reina. Catalina espero durante años esa decisión de Clemente VII, pero para ella, ya era demasiado tarde.
En mayo de 1534 Enrique VIII ordeno que Catalina se retirara al castillo de Kimbolton. Rodeado por un foso y con puente levadizo, el castillo, era en realidad una cárcel. Allí permaneció hasta que falleció el 7 de enero de 1536.
Fue enterrada el 29 de enero en la catedral gótica de Peterborough, en el centro de Inglaterra. Tuvo un funeral propio de princesa viuda en lugar de reina, reconocimiento que se le negó. Las gentes de los pueblos por donde paso el cortejo fúnebre salieron a los caminos como plañideras, con sus mejores galas. Chapuys, el embajador español se negó a asistir al sepelio, porque no era del rango correspondiente a una reina. A su única hija la princesa María no se la permitió asistir.
El 26 de septiembre de 1930 la reina María de Teck, esposa de Jorge V, hizo colocar junto a la tumba unos estandartes con las armas de Catalina como reina de Inglaterra y como infanta de Castilla y Aragón.
El 10 de enero de 1981, estos estandartes, ya muy deteriorados, fueron sustituidos por otros donados por la reina Isabel II de Inglaterra y la Embajada de España. Los ciudadanos de Peterborough costearon una placa, para situarla junto a la tumba, que dice:
” Una reina amada por el pueblo inglés por su lealtad, piedad, coraje y compasión “
Todos los 29 de enero, aniversario de su entierro, tienen lugar unos actos conmemorativos en la catedral. El público deja granadas (la granada fue el emblema elegido por Catalina) en su tumba como señal de respeto. Unos 400 niños participan todos los años en la ceremonia, y algunos de ellos también dejan tarjetas y ofrendas sobre su tumba. No hay en España un solo rey o reina que reciba todos los años un homenaje similar. Se celebra una misa católica a la que se invita a la embajada de España y se organizan conferencias, recitales, y exposiciones.
La ciudad de Peterborough donde descansa Catalina está hermanada con Alcalá de Henares, su ciudad natal.
La autora:
Me llamo Milagro Dapena-Collopy. Los años que llevo trabajando como guía oficial Blue Badge, o chapa azul, me han aportado grandes satisfacciones. Mientras volvemos a la normalidad espero que con este Blog realizado en dos partes disfruten tanto como yo he disfrutado preparándolo. Puedes contactarme en el +44 07958982401.