Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, mas conocido simplemente como Diego Velázquez está considerado el pintor más importante del período barroco español. Nació en un momento de plenitud de la pintura europea. Fue contemporáneo de Caravaggio, Rembrandt, Rubens y Poussin. Nació en Sevilla en el año 1599. De abuelos portugueses, fue hijo de Juan Rodríguez de Silva, y de la sevillana Jerónima Velázquez. Siguiendo la costumbre de Andalucía de la época, adoptó el apellido materno. Se desconoce la fecha exacta de su nacimiento, aunque sabemos que fue bautizado en Sevilla el 06 de junio de 1599. Falleció en Madrid el 6 de agosto de1660. Lo enterraron vestido como caballero de la Orden de Santiago. Fue enterrado en Madrid, en la desaparecida iglesia de San Juan Bautista. Unos días después, falleció también su esposa. No se sabe dónde están los restos de ambos. Los muchos intentos por localizar la última morada del pintor han fracasado hasta la fecha. El rastro de Velázquez se perdió a principios del siglo XIX con la llegada de las tropas de Napoleón a Madrid. Fue José Bonaparte quien ordenó que se destruyera la iglesia de San Juan Bautista.
Velázquez fue el aprendiz estrella del estudio del artista y erudito Francisco Pacheco. A los dieciocho años se casó con la hija de Pacheco. Sobre su esposa, aparte de que se llamaba Juana, no sabemos mucho más. En 1622 y 1623 deseoso de recibir encargos, viajó con su suegro a Madrid para ser introducido en la corte del rey Felipe IV, lo que finalmente consiguió y le proporciono el título de Pintor del Rey, pero sin salario fijo, según las costumbres de la época. En la corte ascendió rápidamente hasta ser nombrado Mariscal de la corte en 1652. Fue decisivo su encuentro con Rubens, en 1628 se encontraba en España en misión diplomática. Es posible que él le indujera a realizar su primer viaje a Italia. En 1643 fue nombrado pintor de la Cámara Real lo que cinco años más tarde le permitió emprender el segundo viaje a Italia con la misión de adquirir cuadros para la Colección Real española.
Aparte de dos viajes a Roma, de uno de los cuales intentó no regresar, nunca salió de España y apenas viajó fuera de la corte.
Velázquez nunca copió a nadie, siempre siguió su propio camino. Llevaba directamente su idea al lienzo sin dibujos preparatorios y apenas dejo una sola hoja de bocetos.
En la Galería Nacional en Londres se encuentran algunas de sus obras. La Galería Nacional se fundó en 1824. Consideraban que Gran Bretaña debería tener una colección de primera clase sobre la pintura de los Grandes Maestros en exposición permanente. París tenía el Louvre, Madrid tenía el Prado, y Londres todavía no tenía un equivalente.
La mayoría de las obras de la colección española pertenecen al denominado Siglo de oro español, periodo comprendido entre 1575 y 1700.
De las nueve obras de Velázquez que tiene la Galería Nacional, se incluye el único desnudo femenino pintado que se conserva de Velázquez:
La Venus del Espejo
Se trata de uno de los desnudos femeninos más bellos de la historia de la pintura Único desnudo en España hasta que Goya pintó la Maja Desnuda. Es uno de los cuadros más famosos del museo, también uno de los más enigmáticos y provocativos.
Se sabe que Velázquez pintó solo dos desnudos, siendo este el único que sobrevive. Es el desnudo de una mujer, seguramente lo haría del natural, como lo sugieren la cintura pequeña, la cadera saliente y el peinado moderno. Solo la presencia del atento Cupido transforma a la mujer en una diosa, la diosa del amor, la Venus del espejo, también llamada la Venus de Rockeby por la casa de campo en Yorkshire donde se encontraba el cuadro a finales del siglo XIX. La Galería Nacional la compró en 1906.
La Galería Nacional tiene dos retratos del rey Felipe IV: Felipe IV de castaño y plata, realizado después del primero de los dos viajes que hizo Velázquez a Italia y, Felipe IV de España; supuestamente es el último retrato que Velázquez realizó al rey, hacia 1656. Velázquez pintó más de veinte cuadros del rey. Los retratos de Felipe IV realizados por Velázquez constituyen la biografía más extraordinaria de un monarca de toda la historia del arte. El 30 de agosto de 1623, cuando Felipe IV tenía dieciocho años posó para Velázquez por primera vez, sin ningún signo aún del famoso bigote con las puntas hacia arriba, que desviará la atención de los labios protuberantes y la alargada mandíbula de los Austrias de los retratos posteriores.
Felipe IV de castaño y plata.
Durante su época fue el retrato más conocido y cotizado. De cuerpo entero, con la postura habitual en los retratos de los reyes españoles. El rey no va vestido simplemente de negro -una característica de los Austrias es el predominio del negro en los vestidos; el severo y elegante color que dominó durante más de un siglo en la moda europea- sino, con un espléndido traje bordado en castaño y plata que es la gloria de la pintura velazqueña.
Lleva la orden del Toisón de oro en la cadena dorada, y un cuello blanco almidonado, la golilla, introducida por ley al comienzo de su reinado. Reemplazaba a la complicada gorguera de pliegues de la moda anterior.
Cuando Felipe IV heredó el trono a los dieciséis años, ya estaba casado con Isabel de Borbón, algo mayor que él. Engendró treinta y siete hijos bastardos y once legítimos, seis con su primera esposa, Isabel y, cinco con la segunda, Mariana de Austria. Durante su reinado florecieron las letras y las artes. Coleccionó centenares de cuadros. La mayor colección de pinturas que hubo en Europa en su tiempo. Fue el Siglo de Oro español con Velázquez, Murillo, Ribera, Zurbarán, Lope de Vega, Calderón de la Barca Tirso de Molina, Góngora, Quevedo etc.
Su servicio como pintor de cámara de Felipe IV le permitió a Velázquez estudiar a los grandes maestros del arte nacional e internacional y, con ello, logró un estilo personalísimo que dejaría una huella indeleble en la historia de la pintura.
Sus pinturas de la corte de los Austrias le han valido el elogio de “Rey de los pintores y Pintor de Reyes”. Cuatro siglos más tarde, Manet el espíritu y alma del Impresionismo dijo de la pintura de Velázquez: “Esto es el final. Nunca habrá nada mejor. ¿Por qué alguien quiere seguir pintando, yo incluido, cuándo es imposible sobrepasar este arte?”
Felipe IV de España
Felipe IV dejo de posar para su pintor cuando tenía en torno a los cincuenta y cinco años, porque, según decía, ya no quería ver la verdad de sí mismo en el espejo de Velázquez. Felipe escribió a su confesor que no quería envejecer a través de los ojos de Velázquez.
Vestido con traje negro, botones dorados, bordados en las mangas y la cadena de oro con la insignia de la Orden del Toisón en el pecho. Con larga cabellera, ya no a la moda española, sino a la francesa, dominante para entonces en todo el mundo y perilla canosa es la imagen de un rey fatigado y triste por los problemas políticos con los que se enfrentaba.
La Galería Nacional también nos muestra uno de los cuadros que forman parte de un grupo de bodegones, tempranas escenas de cocina que pintó Velázquez en Sevilla en los primeros años de su carrera.
Cristo en casa de Marta y María
Esta escena fascina a los visitantes de la Galería Nacional con su extraño mundo doble, como si se viera por una ventana. Aquí vemos claramente como Velázquez pinta los robustos rostros y manos de trabajadores españoles, con el respeto y el mismo realismo con los que más tarde presentaría a los endogámicos Austrias. Cada uno de los humildes artículos reluce con luz propia, pintados con una belleza extraordinaria. Velázquez fue renunciando progresivamente a estos temas de humildes escenas de taberna o de cocina tratados durante su juventud en Sevilla cuando fue nombrado pintor de corte de Felipe IV.
También encontramos a Velázquez en Apsley House. Conocida además como: Número Uno, Londres, fue la residencia del general Arthur Wellesley, duque de Wellington. En su interior se halla actualmente el Museo Wellington.
Este gran edificio georgiano en los aledaños de Hyde Park era el que más obras genuinas de Velázquez albergaba de toda Inglaterra en la década de 1840. Habían pertenecido al rey de España, pero en esa época eran propiedad del duque de Wellington. Como llegaron allí es uno de los más violentos percances de la historia del arte.
No solo las obras de Velázquez sino las de otros Grandes Maestros que formaban parte de la colección real española se las llevaban los franceses en más de 2.000 carretas y carromatos, cuando huían hacia Francia perseguidos por las tropas del duque de Wellington. Lo más selecto del botín iba en la carroza de José Bonaparte. Las abandonaron tras la derrota en la batalla de Vitoria el 21 de junio de 1813, batalla decisiva que puso fin al dominio de Napoleón sobre España. El rey español Fernando VII se las regaló al duque de Wellington en reconocimiento a su ayuda en la Guerra de la Independencia.
Entre los varios cuadros de Velázquez que se exhiben en Apsley House se encuentra el celebrado lienzo que le dió una importante proyección profesional
El Aguador de Sevilla
Obra muy tenebrista y de gran realismo, como se aprecia en las calidades de los objetos. Aún no tenía veinte años cuando pintó esta escena. Cuando en 1623 viaja a Madrid con la esperanza de progresar en la corte lleva consigo este lienzo. Conoce a Juan de Fonseca, sumiller de cortina de Felipe IV quien, admirado por la pintura, la compra inmediatamente. Cuando Fonseca murió en 1627, Velázquez preparó un inventario de su colección artística en el que asignó el precio más alto a El aguador, y después lo compró para recuperarlo. Esta temprana obra le importaba tanto que nunca se volvió a desprender de ella. La conservó hasta el último día de su vida.
Velázquez en sus comienzos, fue un representante sumamente original del “tenebrismo español”. Aquí transforma una copa de agua, sencilla pero ennoblecida por las refracciones plateadas y frías de la luz, en un objeto misterioso y precioso, que se refleja en la expresión de los personajes.
Velázquez hizo dos retratos del Papa Inocencio X. Al que se llama el original por ser el primero que pintó se encuentra en la Galería Doria Pamphili, en Roma. El que se encuentra en Apsley House, Velázquez lo mantuvo en su poder hasta su muerte ya que figuraba en su testamento.
Inocencio X
Se diferencia del original en el tamaño ya que limita la figura al medio cuerpo y presenta un fondo neutro sin detalle alguno de decoración.
A la muerte de Velázquez paso a manos del marqués de Ensenada quien en 1769 lo vendió al rey Carlos III. A partir de 1810 se abre un paréntesis en la historia del cuadro que se cierra en 1816 cuando se le vuelve a encontrar en Apsley House, formando parte de su colección española.
Image: Autorretrato del pintor español Diego Velázquez, 1640. Óleo sobre lienzo, Museu de Bellas Artes de Valencia.
Sobre la autora:
Milagros Dapena-Collopy: Soy española, residente en Londres. Desde que obtuve mi “Blue Badge” como guía de turismo titulada, he disfrutado cada momento de mi profesión. La pasión que siento la transmito a los visitantes que me acompañan, intentando siempre que se lleven un recuerdo inolvidable, tanto en el aspecto informativo como de entretenimiento. Si desea conocer con más detalle estas obras maestras u otras de la Galería Nacional y de Apsley House, no dude en contactarme: mmdapena23@aol.com o por teléfono +447958982401.